domingo, 3 de mayo de 2009

El dibujante Calé también era un “fana” del tango




Si el dibujante Calé viviera aún, al mirar sus dibujos del “Buenos Aires en camiseta” se sentiría como el Juan Porteño del tango de Héctor Marcó y Carlos Di Sarli, es decir, pensaría en su nostalgia, “que aquella ciudad bajita / de románticas casitas / sólo está en su corazón…”
Ya lo dijo Caloi, uno de los dibujantes de una generación posterior a la suya: “Cuando Calé ya desaparecía, a la par de él, el barrio, los valores y todas esas cosas que Calé tan bien describía empezaban a desaparecer.”
A Calé -cuyo verdadero nombre es Alejandro del Prado- se lo identifica con su sección “Buenos Aires en camiseta”, publicada en la revista “Rico Tipo” a partir de 1953, un año después del “debut” de la misma en la revista “Sucedió con la Farra”, donde la sección se tituló “Buenos Aires íntimo”.
Pero Calé era además, un “fana” del tango, y cuando llegó a Buenos Aires procedente de Rosario, tenía un “sueño” que cumplir: ver personalmente a las orquestas que tanto admiraba a través de la radio. Se sentaba todas las noches en el mismo lugar del café a escuchar a Piazzolla y dibujándolo a él y a los músicos, nació una gran amistad, a tal punto que en el tango “El Rápido” es Calé el que toca el pito del tren.
Claro que no se reduce a esta anécdota su vinculación con el tango; con su seudónimo más conocido o el de Langosta, Del Prado escribía habitualmente para la revista “La Canción Porteña”, haciendo una especie de ranking de los éxitos musicales del momento en la sección “La gran carrera del tango”.
Desde la misma revista se refería en 1949 a José Basso: “Es la más joven de las orquestas mayores –escribía–. En poco más de un año, que es la edad del conjunto de José Basso, ha llegado, en impetuoso paso, a realizar lo que en tantas orquestas, no obstante el viento a favor y la falsa aureola de ‘capote’ creada en torno a su presentación, fue simple quimera.”
Muchos pormenores de la personalidad tanguera de Calé hemos podido conocerlos a través de su viuda, María Ester Pérez del Prado, su propia “Estercita” que “por seguidora y por fiel” nos ha posibilitado conocer un poco más, a este genial humorista fanático del dibujo, River Plate y el tango.
Así es que nos enteramos que ella no tenía fotos de Calé con Astor o con Salgán, con los que el dibujante compartió tantos momentos, porque muchas veces, Calé se iba de las pensiones sin pagar, dejando las valijas con efectos personales, ya que se llevaba lo puesto; sí, como en las historietas cómicas que leíamos en los años 40.
Ese era Calé y nunca pretendió ocultarlo, ni siquiera cuando la conoció a María Ester y comprendió que había encontrado a la mujer de su vida.
La caricatura que ilustra esta nota, se la hizo él mismo en 1947 para presentarse y en cierta forma “declararse” anticipadamente.
Tenía 38 años cuando las anfetaminas que tomaba para poder pasar más horas dibujando, terminaron con el ser humano y dieron nacimiento al mito. “Un muerto que nunca se acaba de enterrar”, como dijera María Ester, con orgullo. (Siulnas. Publicado en la edición Nº 43 de “Club de Tango”, correspondiente a Julio-Agosto 2000.)

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