lunes, 13 de octubre de 2008

Más sobre Patoruzú



Ilustraciones: Arriba: Por segunda vez Patoruzú se encuentra con un padrino. Esta vez sería Julián de Monte Pío, en el vespertino “La Razón”, el 27 de setiembre de 1930.

Abajo: Al pasar la historieta al diario “El Mundo”, el encuentro de Patoruzú con Isidoro es totalmente distinto al de las veces anteriores.

Y se nos viene el 18 de octubre! Una fecha como cualquiera, pero que signó hace 80 años el destino brillante de un dibujante a través de un personaje, que sin embargo permanecería encarpetado dos años más después de una presencia de apenas dos días.

Pero esta parte de la historia de Curugua-Curiguagüigua-Patoruzú, ya se las he comntado a los visitantes de este Blog: vamos ahora a seguir adelante con esta historia a partir de

EL RETORNO DE PATORUZU

Durante casi dos años, en “La Razón”, Julián de Monte Pío será el protagonista absoluto de la tira. Respecto a su idiosincracia, pueden ahorrarse muchas explicaciones puntualizando que el personaje es el mismo que a partir de 1935 reaparecerá con el nombre de Isidoro Cañones, a quien las últimas generaciones han conocido perfectamente a través de sus “Locuras”, publicadas mensualmente en forma de aventuras completas.

Pero el 27 de setiembre –que al igual que en la primera aparición de Patoruzú, cae de sábado– Quinterno reflota al indio, señalándose en la misma edición de “La Razón” en que reaparece el personaje:

“He aquí que, de la noche a la mañana, Julián se encuentra apadrinando a un indio del sur, por virtud de una curiosa herencia de un tío de nuestro héroe, el finado Rudecindo. El indio Patoruzú es el último vástago de la tribu de los tehuelches e hijo de un rico cacique de la Patagonia, quien, al morir, dejó al huérfano en las manos del tío Rudecindo. Este, a su vez, sintiéndose cadáver, envía a Buenos Aires al indio ingenuo y lleno de oro, bajo la tutela de Julián.”

La aparición inicial de Patoruzú en la tira de Julián de Monte Pío, no difiere de la que hiciera 23 meses antes; tampoco ha variado su entorno, aunque sí el sexo del avestruz, ya que el que lo acompaña esta vez se llama Lorenzo en vez de Carmela. También trae una bolsa llena de pepitas de oro, argumento por demás convincente para que Julián acepte de buen grado este padrinazgo que antes de no mucho tiempo determinará su eclipsamiento, originando que la tira cambie el título de Julián de Monte Pío por el de Patoruzú.

Claro que el éxito creciente de Patoruzú no determinó la desaparición de Julián, pero el protagonismo de éste quedará después supeditado a su papel de ladero del indio hasta el 20 de mayo de 1940, en que en la propia revista “Patoruzú” se le asignarán dos páginas, independientemente de las compartidas con su ahijado, pero para entonces ya hará rato que ha quedado atrás el primitivo nombre de Julián de Monte Pío.

EL TERCER NACIMIENTO

Patoruzú se afianza día a día en las páginas de “La Razón”, siendo elegido hasta para hacer en el mismo diario la publicidad de una gran tienda –Harrod’s–; sin embargo, sus grandes aventuras comenzarán a partir de su traslado a un tercer diario: “El Mundo”, cuyo director, Muzio Sáenz Peña, fuera quien había aconsejado a Quinterno cambiarle el nombre al indio. En este matutino es cuando Julián de Monte Pío se convierte en Isidoro Cañones, pero el cambio no termina allí; todo se renueva en esta tercera versión, incluyendo el comienzo de la relación entre padrino y ahijado, que surge esta vez, de una circunstancia más fortuita que en las anteriores ocasiones.

En efecto, Patoruzú, recién llegado a Buenos Aires, asiste a un circo regenteado por Isidoro y prueba sus fuerzas frente al número más promocionado del espectáculo: Juaniyo, el gitano invencible.

Las trompadas del indio ablandan de tal manera al gitano, que la atracción del circo se derrumba y así se lo hace saber Isidoro a Patoruzú:

–¡Este pequeño circo era mi medio de vida y el gitano mi principal atracción! ¡Estoy arruinado!

Al oír la confesión de Isidoro, la compañera del gitano se enfurece e increpa a Isidoro:

–¿No tiene plata, eh? ¡Ese mardito indio arruinó pa siempre a mi Juaniyo y usté nos quiere largar sin un duro!

Pero Patoruzú interviene y aplaca las iras de la gitana mediante la entrega de una generosa suma de dinero para indemnizarlos: en retribución, la mujer se ofrece a leer en su mano la buenaventura, y después de anunciarle miles de aventuras y constantes peligros, agrega:

Veo un hombre cuyo destino está unido al de usté y que guiará sus pasos: ese hombre es… ¡er señó Isidoro!

Esta versión será revalidada en noviembre de 1936, al reproducirse en el primer número de la revista humorística que lleva el nombre del popular indio.

El primer número de “Patoruzú” publicado en un inusual formato apaisado para aquel momento, está realizado casi íntegramente por Quinterno, quien de todos modos cuenta desde algún tiempo atrás, con la colaboración de su hermana Laura (cuyos trabajos firmados figuran con el seudónimo de Ada Lind). En 24 páginas se publican 30 tiras de la historieta tal como comenzó a publicarse en “El Mundo”, pero a partir del segundo número sufrirá una reestructuracion total con la inclusión de numerosos colaboradores.

LA TAREA EN EQUIPO

A partir de este momento, Quinterno entiende que su actuación “no merece ser destacada” (como me lo dijera al pedirle algunas precisiones, cuando investigaba para mi Historia del Humor gráfico y escrito en la Argentina, que aún tenía en preparación). Me dijo entonces:

Fue el resultado de la muy valiosa ayuda de mis colaboradores, que se identificaron plenamente a lo largo de toda la trayectoria recorrida y sin cuya colaboración, y contando sólo con mis medios, la misma no hubiera sido posible.

Acompañan al creador de Patoruzú en esta etapa decisiva, los dibujantes Tulio Lovato –ante cuya muerte en 1977 dirá Quinterno que la misma “significó la amputación del brazo y la pierna derechos de nuestra empresa”–, Jaime Romeu (su principal pasador a tinta), Toño Gallo, Roberto Bonetto, Julio Silva, Oscar Blotta (padre), Eduardo Ferro, Luis Destuet… Una lista que seguirá sumando nombres al cabo de más de cuatro décadas. (Siulnas. Parte de este artículo se publicó en el Suplemento de Oficio Gráfico en octubre de 1968.)

Próximos artículos sobre este tema:

· Patoruzú y las mujeres

· Patoruzú en dibujos animados

· El Libro de Oro

1 comentario:

RosaMaría dijo...

Qué interesante, cuántas cosas por aprender en este mundo que tiene tantos mundos. Un abrazo lleno de admiración.